Ultimos trabajos. La nueva muestra de Rosana Schoijett

Por Lara Marmor

La fotógrafa Rosana Schoijett presenta su fascinante serie de collages, ensamblados en suntuosos retablos.

A fines de los ochenta, en una de las agitadas noches del Parakultural, Rosana Schoijett mostró sus fotos mientras sonaba el teclado psicodélico de El Lado Salvaje, uno de los grupos de postpunk más taquilleros del under porteño. Un año después, su cantante, la mítica Mónica Vidal, desaparecía misteriosamente en el Amazonas. Rosana atesora, junto al recuerdo de su primera muestra, cuatro temas grabados en un cassette.

Desde entonces, Schoijett ha realizado y exhibido distintas series fotográficas para las cuales, con perspicacia, aprovechó su trabajo como fotógrafa para medios gráficos. En Kiosco supo infiltrarse en oficinas o camarines y correrse del anonimato del detrás de cámara para posar y autofotografiarse junto a Charly, Silvina Luna o María Julia Alsogaray. En Temporada retrató a los rimbombantes artistas de la prestigiosa beca Kuitca como lo hacen las divas en los escaparates. En 2010, cuando inauguró Impresión, preludio de lo que puede verse hoy, las fotos de personajes en escenarios reales fueron reemplazadas por unos sorprendentes collages surrealistas con imágenes de sujetos sin rostro envueltos en retorcidos paños manieristas, pájaros y flores. Ahora, sus nuevos collages aparecen como la esperada entrega de un nuevo tomo de una saga policial. Estas obras confirman la atracción de la artista por la materialidad y el repertorio iconográfico que ofrecen las antiguas impresiones en papel. Para realizarlos, Rosana salió al encuentro de viejos libros de ilustración de hojas tersas o aterciopeladas y tintas de colores que destilan chispazos. Recluida, cortó con bisturí o cutter y cosió a mano con hilos a tono cada uno de los papeles.

Esta vez, Schoijett encuentra en la estructura arquitectónica del retablo, como si se tratara de pequeños altares, el formato ideal para desplegar sus trabajos y rendirle homenaje a la imagen reproducida. Los cuerpos se dividen y encierran increíbles juegos ópticos con imágenes multiplicadas de pantanos y montañas, transfiguraciones de El Juicio Final de Fra Angélico o de Los fusilamientos de Goya. El misterio de cada una de las composiciones ejerce la misma fascinación que provocan los íconos religiosos en los devotos. Como si se trataran de libros, los retablos, además de potenciar el filón literario presente en obras anteriores, permiten apreciar el derecho y también el revés de los collages, donde los hilos se cruzan como fulminantes líneas de rayos X. Formando un perfecto tándem, en las antípodas de la exhuberancia visual de estas piezas, Schoijett expone también –como derivadas de sus ya clásicos retratos de perfil– una serie de hermosas, sintéticas y pictóricas fotografías de bulbos, pequeños pinos y orquídeas iluminados a contraluz

Revista Los Inrockuptibles. 18 de octubre 2014. Artículo en línea.