¿Quién es Rosana?

Por Res

Podría pensarse, ingenuamente en este trabajo como un ensayo fotográfico referido a las celebridades que posan junto a la autora del mismo. Ella conoce muy bien ese tipo de imágenes. Ha trabajado durante una década en revistas que se basan en el culto a la fama. Sabe de los editores que piden la cara o el cuerpo de la temporada y tiene un acabado oficio para hacer fotos que revelen el arquetipo, el perfil ya conocido, lo que más se repite en televisión.

El trabajo editorial le ha hecho ver que esas figuritas se constituyen en un punto de encuentro colectivo, en el sustento de un estilo de vida, en un velo que, en vez de darnos acceso al mundo, lo hace más inhaprensible. En fin, intuye que la imagen que tenemos del mundo y de nosotros mismos es una construcción que se realiza en forma simultánea, tal como los dos conos contrapuestos en el ojo o en el objetivo de su cámara.

Pero en este ensayo, toda su formación como reportera parece servir para desmembrar el cholulo que llevamos dentro y emplear al famoso/a para definir la propia identidad.
Así, por ejemplo, en la involuntaria tensión que revelan sus manos, en la mueca de la boca, en la mirada, la fotógrafa hace evidente la simulación de Aznar, cuya sonrisa pierde todo sentido. La distancia entre ambos y el forzado abrazo terminan de delinear una opinión, un punto de vista. Otra Rosana puede verse junto a Raúl Castells. Esta nos interpela en forma directa, frontal; tal vez condicionada por lo que aparece a sus espaldas: un medio ambiente degradado, condiciones de vida precarias, necesidades insatisfechas.

Silvina Luna se ve, impactante, en el centro de la imagen. Si la autora no estuviera tendida en la arena a su derecha la foto podría ser una más de las tantas que inundan los quioscos con bellas mujeres a modo de carnada. Pero aquí hay un extra, porque esta Rosana, por medio de la similitud en la expresión de ambas, nos lleva a imaginar cierta complicidad, confiréndole a la imagen de ¿la vedette? una intensidad y un sentido que exceden cierta belleza y sensualidad estereotipadas.

Así, podemos apreciar una Rosana distinta en cada una de estas fotos, tal vez señalando de qué modo los modelos difundidos condicionan la construcción de la propia identidad. Pero a la fotógrafa no le interesa la crítica. Sabe que el terreno de la imagen implica códigos que cierran el acceso a una deconstrucción por medio del lenguaje y que allí sólo cabe preguntarse ¿Quién es Rosana?.

Revista Yok, 2005.